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«Aprender otro idioma no es solamente aprender palabras diferentes para las mismas cosas, sino aprender otra manera de pensar acerca de las cosas»

Flora Lewis

La teoría de la relatividad lingüística, también conocida como “Sapir-Whorf Hypothesis” sostiene que el conocimiento del idioma que poseemos influye y determina la percepción que se tiene del mundo, el comportamiento y la forma de pensar. Todo este proceso es neurológico, en específico del área de Broca, conocida por ser donde se produce el lenguaje, la encargada de la fluidez, el movimiento articulatorio, la expresión facial y la variedad en el número de palabras a la hora de expresarse en forma oral.

Otro de los centros corticales específicos, es el área de Wernicke, la zona principal encargada del lenguaje, la cual cumple la función semasiológica que implica comprender e interpretar la palabra hablada. Para ello es preciso tener noción de reglas gramaticales y poseer memoria a largo y corto plazo. A su vez dicha área es capaz de descifrar los sonidos que realiza la voz humana y relacionarlos con una imagen. Los hemisferios izquierdo y derecho desempeñan un papel fundamental en el desarrollo del lenguaje. El izquierdo predomina en el control del lenguaje y al aspecto expresivo y de una manera más extensiva o directa por el hemisferio derecho.

Las investigaciones sobre estrategias de aprendizaje parecen demostrar que los individuos que son conscientes de las reglas que necesitan y las ponen en práctica, aprenden mejor que aquellas que no practican ninguna en específico. Por ello, cuando los objetivos educacionales están basados en nuevas aplicaciones de los métodos tradicionales que ponen énfasis en los tres campos esenciales, el cognoscitivo, el afectivo y el perceptual-psicomotor, los estudiantes pueden desarrollar las cuatro destrezas lingüísticas, leer, escribir, hablar y oír, mucho más efectivamente porque se hace trabajar a ambos hemisferios del cerebro en forma paralela. Las personas bilingües también adquieren otras habilidades de aquellas que solo hablan un solo idioma como: – Mayor adaptabilidad a los cambios que surjan en la vida. – Mejor concentración y memoria.

Es cierto que el idioma que hablamos no es una cuadrícula que regule por completo toda la percepción de nuestro entorno y de nuestro pensamiento, pero resulta indiscutible que tiene cierta influencia en nuestra orientación a la hora de experimentar el mundo y de responder a las experiencias que vivimos de una manera u otra. Puede que todos pensemos lo mismo, pero la experiencia que vivimos puede cambiar de una persona a otra simplemente por el idioma que habla.

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